ENSAYO MUDO

“Ausencia de sonidos”, así… se define esta noche.

Es un firmamento azul; Solo le caben silencios.
Yo me desprendo del abrazo ahogado que me dan tus recuerdos y bajo la luz que me regalan las estrellas me decido a escribirte, nuevamente. Quizás por última vez.
Hoy quiero hablar de aquella “abstención a hablar” que argumenta el diccionario de mi casa; Que más que abstención es censura y más allá de hablar es expresión.
Amo tanto los silencios, como he amado tu mirada… Comparten la transparencia infinita y el indescriptible color del agua.
Silencio es un idioma que no admite análisis ni corrección… porque eleva íntegramente los mensajes y es perfectamente libre su interpretación.
Recuperar el silencio… silencio interior, silencio que nos rodea y solo entonces escuchar y comprender, puede llevarle a la humanidad lo que resta de nuestras vidas…
Es una experiencia compleja en la que late de una manera abstracta y universal el principio de la respuesta a todas nuestras preguntas, y entonces todo se resume a una idea y en ella se adquiere la responsabilidad por las palabras.
Históricamente, el mundo se ha matizado de incontables silencios.
Existen lejanos… profundos, existen llenos de ternura, de inconmensurable compromiso, asfixiados de dolor. Los he sentido pasajeros… volátiles, algunos trascendentales por serenos o por su poder transformador.
Los hay de múltiples esencias: Cálidos, casi caricias, llegan despacio y en su éxtasis desaparecen. Silencios fríos, de ritmo voraz y oscuros orígenes.

Nosotros, hemos construido un silencio sencillo…


Uno que se resbala de tus ojos y penetra mis sentidos, es de los silencios que se imponen a cualquier realidad porque está lleno de luz y en su presencia todo espíritu cercano se aproxima y se enciende.
La creación en su totalidad, desde los mares hasta la briza se han comunicado desde siempre mediante la lengua más antigua, autentica y estable, que sublime en su fluidez y armoniosidad conecta cada ser e invade toda molécula.
El correr de mi tiempo, quizás poco aún, pero mío al fin… por momentos nuestro, me enseño que las vivencias más grandiosas de este planeta han necesitado indispensablemente una dosis de silencio…
Solo inmersa en él, conocí la leve electricidad que provoca tu piel sobre mis manos. Pude a través de los kilómetros, en los asfixiantes días sin sol escuchar el respirar de tu omisión constante que transpira memorias.
Danza el silencio cuando en sus lapsos me encuentro sincera a mis sentires.
Danza porque él sabe que en sus entrañas dibujo mis metas y entre ellas, rodeado de ausencias te encuentras TÚ.

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