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Entender I

La primera vez que hice el amor, tenía una camisa blanca y la sonrisa desalineada. No me desvestí ni abrí las piernas... no toque la espalda de mi amante; La primera vez que hice el amor estábamos rodeados de personas y de sol, en el aula del colegio.   Estallé de risas a modo de orgasmo y conocí la plenitud de saberme amada y deseada en el mismo instante. De eso se trata el amor, entendí.  Él me hacía cosquillas en medio de una nube de tizas blancas y verdes a la orilla del pizarrón. Me acercaba con torpeza a sus ojos profundos, brillantes y azules. Me celebraba mordiéndose los labios y yo aprendía que el calorcito de sus brazos era el paraíso que describían las novelas de la biblioteca de mi casa.   Desde esa tarde soy más mía y siempre un poco de él, aunque nunca se lo haya confesado. Desde aquella tarde entiendo que la luz del sol es el componente inevitable de todas mis experiencias sagradas.   Energía lumínica y ventanas abiertas.   Pura risa y tizas y sus ojos de agua infinita:

Sin paraguas.

 Somos agua. (y arte) -soy un accidente pluvial de esta tarde de otoño- Electricidad. Humedad. Abundancia. Brillo. Somos furia y serenidad... de lo que cae, se revienta y nutre Las gotas y su poder de mojar me hacen escribir siempre.  A veces lagrimas, a veces lluvias, a veces orgasmos. febrero 2020

Musa BUCAL

  De todas las partes y paisajes que hasta hoy han recorrido mis ojos, mi sitio favorito del mundo es la boca. Todas las bocas… mi sitio favorito no tiene geografía, tiene anatomía. Por dentro y por fuera de la boca, el recorrido es sorprendente. Aprendí a caminar con los dedos y tacto a tacto me deslumbro. Adoro las bocas que con labios firmes me susurran secretos y me piden consejos de frescura. Adoro las bocas que con labios lábiles indican trayectoria y experiencia. Adoro las pequeñas bocas que contienen perlas azulinas, dialectos agudos y restos de algún chupetín. Estudiar meticulosamente la dinámica eficiente que caracteriza este sistema, reafirma mi encanto por la biología. Mientras la yema de mis dedos -bajo estricto guante de nitrilo- aprende y reconoce texturas, todos mis conceptos se integran y cobran vida… Las palabras del manual dejaron de ser palabras… para adoptar color, temperatura y función propia. Sueño mucho con bocas argentinas que sean reflejo de salud

Patio de palmeras, antes de primavera.

  Parece a veces necesario... Éste rincón del bar. El té a solas y a tiempo. Silencios que se abrazan. Aquí, en esta ciudad dinámica y en el calor de mis/tus memorias. 11:58 Córdoba 2016

EPÍSTOLA PARA NATI

(Hay días que me extraño, hay días que me pierdo   y hay noches que me escribo...) 10 de junio de 2019, Córdoba Argentina Querida pequeña Natalia: Primero que nada deberías saber, sos tan inoportuna y tan importante para mí que cuando te subís a mi cabeza (aunque necesito estudiar aquellas técnicas quirúrgicas)   elijo escribirte. Creí que por romperte los sueños habías decidido irte… vos sabes perfectamente que nosotras dos, cada vez nos parecemos menos… no lo hice a propósito, solo que hay ofertas de este mundo que me despeina generoso, que vos no te podes imaginar.  Hace un par de semanas te noto herida. Tú espíritu volátil y curioso ha cambiado sus matices. Estoy tan ocupada en mis parciales y mis duelos que no te escucho… a veces no puedo y a veces no tengo ganas. Si, si… sé que me hablas todos los días cuando se me antoja irremediablemente   el submarino y que insistís a través del portarretratos que se desmaya de la repisa cuando vuelvo del supermercado

DESCUBRIRTE III

para Juan: Oportunamente llegan a veces, con tu poca prisa y tus brazos de domingo… Los traes sobre la boca, pero sospecho que no pertenecen a este mundo. Esos besos tuyos sobre mi frente han demostrado su poder ansiolítico, analgésico y afrodisíaco en repetidas oportunidades. A mí me sobran momentos donde carece la calma, la vida me duele y olvido el deseo. Bendito el momento en que se arrojan de tus labios y conquistan mi cabeza con su humedad y su tibio mecanismo. De repente mi sensibilidad toda, reside sobre mis ojos. Por unos instantes la gravedad es cero y el núcleo de mi masa corporal son tus manos que envuelven las mías. Si me besas en la frente, despojas la ruidosa erección de mis miedos. Te regalo a cambio mi sonrisa y mis lunares. 

Un milagro llamado AMALIA.

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Hay milagros que caminan, laten suavemente y sonríen a las costas de río sin sol... Cuentan historias de pájaros  y de cartas. Hay milagros que comen caramelos y transmiten experiencia culinaria.   Mi milagro de ojos grises, tiene un frágil contemplar la vida que le ocurre lento. Huele a roscas y a sopas mi asombroso fenómeno añoso, mi apacible compendio de recuerdos.  Nos amamos de una forma extraordinaria, mientras su brutal dulzura incrementa en cada mirada compartida: la capacidad de mi fe. Sta Rosa de Calamuchita 2017, enero.