Me ubico aproximadamente a cinco pasos de la cerca azul... el aire fresco resbala en mi rostro. Puedo sentir la vibración de las montañas y el aroma a flores violetas. El sol, comienza a abrazarme, el canto de los pájaros me eleva y de repente puedo volar junto a ellos.... las rocas y el rió desde aquí, parecen finas piezas de arcilla modeladas por rusticas manos de duendes artesanos. Los colores, son tantos! ellos, embriagan mi mirada matizándola con la energía de los árboles. Todo, infinito, frente a mí, de a poco empieza a dormirse... El sol, ya no me abraza, ahora, después de entregarle la luz, imponente y magnifica a la luna se esconde tras los cerros y me regala desde allí su calor. Efímeras, las estrellas se acercan a mi piel... la besan, me están besando!, es un beso ahogado de dulzura y locas ganas de bajar, quieren bajar, para entregarse a las raíces, las que tejen sobre la tierra una extraña sombra que nos invita a volver. Aunque parece una